El
club de los poetas muertos es una
de esas películas obligatorias que tenía en mi lista desde hace tiempo y aún no
había visto. Como todo este tipo de films con tanto renombre e historia, podía
ser o muy buena o muy sobrevalorada. Después de verla, sin duda me decanto por
lo primero.
Me
gusta pensar que todos en la vida encontramos un profesor que nos deja huella.
Está claro que puede pasar en cualquier materia, pero la literatura ya es de
por si una asignatura muy especial y, si además encontramos un profesor que la
dé con pasión suficiente, puede convertirse en una experiencia que marque la
diferencia en nuestras vidas. No se puede explicar la poesía como se explicaría
la fórmula de las ecuaciones de segundo grado, hace falta algo más.
No
quiero equivocarme y decir, pero, que esta película sólo trata la influencia
que pueden tener los profesores o la escuela en general sobre nosotros, aunque sí
es uno de los temas principales. Lo que de verdad creo que viene a decir es lo
mismo que el profesor Keating, brillantemente interpretado por Robin Williams,
intenta inculcar en sus alumnos: todos tenemos que ser librepensadores.
Sin
duda se trata de una crítica a algunos sistemas educativos que antaño
estuvieron vigentes o que incluso siguen en uso en algunas partes, sistemas que
priman valores como la severa disciplina mucho por encima de otros como la
creatividad o el individualismo. El club de los poetas muertos quiere
que sepamos que tener una opinión propia, que sobresalir del resto, es bueno.
Debe ser nuestro objetivo.
Hay
muchas cosas por las que alguno podría quejarse de esta película: muy larga,
ratos sin nada de acción, algunas interpretaciones podrían ser consideradas
flojas,… Aún y con todo eso, creo que el film consigue ser exactamente lo que
busca ser y basta para que la valoración sea absolutamente positiva. Mi
resumen: inspiradora.
Valoración: 8/10
Etiquetas: Berta Esteve, Crítica, El club de los poetas muertos, Robin Williams
