El pasado 6 de junio Netflix hizo público que había renovado 13 Reasons Why para una tercera temporada, justo después de emitir la segunda y cuando todos aún nos estábamos recuperando del despropósito que esta ha sido (con toda sinceridad, yo aún no me he recuperado de lo que fue la primera). 

La pregunta es, ¿hacía falta? Parece ser que muchos, tanto en Estados Unidos como en España, se han preguntado lo mismo, porque la noticia no ha sido recibida con todo el entusiasmo que cabía esperar. Está claro que a Netflix le deben de salir las cuentas, y no hace falta ser un experto para adivinar que, con todo el tráfico online que se ha generado cada vez que la serie ha estrenado episodios, los números de audiencia seguro que son bastante buenos (aunque Netflix no los publique). Aún así, ¿hay algo más que 13 Reasons Why pueda contarnos? 

A continuación os dejamos con un listado de las 7 razones por las que Netflix no debería haber renovado nunca la serie:

La historia simplemente no da para más


Hannah Baker nos llevó a este mundo y Hannah Baker nos tendría que haber sacado de él. Esta era la idea principal y tenía sentido durante la primera temporada (donde la serie debería haber acabado para bien), pero en esta segunda la presencia de Hannah se nota forzada y el guión no sabe cómo justificar su existencia. El juicio y la trama de las fotos no son más que una forma artificial de alargar una historia que ya estaba acabada y que no hacía falta resucitar para nada. 

Katherine Langford no continúa


Precisamente porque la historia de Hannah ya no da más de si, Katherine Langford ha decidido abandonar la serie y no aparecer en la próxima tercera temporada. Su presencia en la segunda ya fue completamente prescindible, aunque si algo demuestra esta circunstancia es que los creadores de 13 Reasons Why no han sabido aprovechar uno de los miembros de más talento de su elenco. 

Langford ha dicho en varias ocasiones que el personaje de Hannah Baker supuso su primer trabajo como actriz, y vaya si causó impresión. No es para nada fácil interpretar a una adolescente con tantos matices y demonios interiores como este papel requería, y Katherine Langford, siendo una rookie en el negocio, se salió y consiguió que toda una generación de millennials empatizara con ella y se les rompiera el corazón con su historia. Ella es el rostro de 13 Reasons Why, y sin su participación la serie pierde su identidad.

Cada dos por tres tienen polémica


Se podría decir que 13 Reasons Why no aprende de las piedras con las que se va tropezando continuamente. En la temporada anterior muchas asociaciones de prevención del bullying escolar y del suicidio en menores pusieron el grito en el cielo con algunas de las secuencias violentas que mostró la serie, argumentando que podían dar ideas a aquellos susceptibles de encontrarse en una situación como la de Hannah Baker. 

La polémica ha vuelto este año con la segunda temporada, a razón de una escena presente en uno de los últimos episodios que es de especial crueldad. Muchos de los espectadores (sobretodo los más jóvenes) han considerado que era excesivamente explícita e innecesaria, y que no aporta más que violencia gratuita para conseguir shock value.

El escritor del libro en el que se basa la serie ha sido acusado de acoso sexual


Por si fuera poco, Jay Asher, el escritor del libro que da título a la serie y sobre el que esta se basa, ha sido acusado de acoso sexual. Netflix decidió hacer frente a estas acusaciones desentendiéndose totalmente del autor y clarificando que este no había tenido ningún papel en la segunda temporada ni había estado involucrado en ningún modo. Aún así, está claro que todo este asunto debe ser una pesadilla en términos de publicidad para Netflix.

¡Liberad a todo el talento involucrado!


Siendo sinceros, a la serie hay que reconocerle varios puntos fuertes, entre ellos el hecho de que engancha. Es de ese tipo de series perfectas para marcarse un binge-watching de antología. Esto es mérito sin duda de los guionistas, que han fallado mucho en algunos aspectos clave pero en esto han acertado. 

También hay que alabar a los directores, pues la serie tiene un look-and-feel inconfundible, con un estilo visual atrayente pero a la vez muy apropiado para una serie que trata temas de una seriedad mayúscula como estos. 

Por último, pero no por eso menos importante, sin duda es necesario reconocer el impresionante talento del reparto de 13 Reasons Why. Desde la propia Katherine Langford y Dylan Minnette en el papel protagonista, Justin Prentice como villano, y pasando por todo el cast de secundarios con más y menos protagonismo (¡teniendo en cuenta además que casi todos son novatos en el mundo de la interpretación!), uno de los aspectos más destacables del proyecto de Netflix es la gente que encontramos frente a las cámaras.

Por todo esto, sería justo decir que 13 Reasons Why amasa una gran cantidad de talento, ahora mismo atado por contrato a una serie que no da más de si. Netflix, haznos un favor a todos y déjalos libres para que puedan hacer algo mejor.

¿Apología del suicidio?


Este es, a mi parecer, el elemento más reprochable de 13 Reasons Why y la razón por la cual no solamente no debería hacerse una tercera temporada, sino que ya no debería haber existido ni la primera. Sí, así de importante es este penúltimo punto.

Los creadores de la serie, todas las mentes tras el guión y la trama, incluyendo el autor del libro en el que esta se basa, estuvieron más centrados en sacar los colores a los bullies y hacer comprender a la audiencia que todas nuestras acciones tienen consecuencias (a veces inesperadas) en los demás, que olvidaron por completo tratar con el tacto e inteligencia necesarios el suicidio de Hannah, que es a fin de cuentas el tema central de toda la serie. 

Tal y como decíamos en el punto anterior, muchas asociaciones estadounidenses de prevención del suicidio en adolescentes se quejaron en su momento de cómo representaba la serie la historia de Hannah. Incluso una de estas asociaciones reveló que los productores de 13 Reasons Why habían estado en contacto con ellos durante la producción de la serie para pedirles consejo, y luego ignoraron completamente sus indicaciones. Sus temores no eran infundados, pues al poco de estrenarse la serie ya había varios casos de adolescentes imitando el sistema de las cintas para dejar notas de suicidio.

La realidad es que la serie representa una especie de suicidio-venganza que acaba con una resolución que casi parece darle la razón a Hannah en su cometido. Bien podría decirse que la primera temporada acaba con un “final feliz”, en el que, según nos da a entender la serie, Hannah ha conseguido lo que quería con su suicidio: todos los que le hicieron daño han aprendido la lección, ¿el mundo es ahora un lugar mejor? 13 Reasons Why nunca hace suficiente para dejar claro que el suicidio nunca es la solución, que Hannah se equivocó, y que siempre hay más razones para quedarse. Por todo ello, el mensaje de la serie acaba siendo peligroso.

Si realmente hay buena voluntad detrás de 13 Reasons Why, que Netflix la invierta en otro proyecto mejor


El punto anterior es un poco incendiario, y la verdad es que el equipo detrás de 13 Reasons Why ha contribuido mucho delante y detrás de cámaras en la lucha contra el bullying en las escuelas y en el apoyo a todos aquellos que tienen problemas en el entorno escolar o incluso fuera de este. Pero si realmente Netflix quiere hacer un proyecto altruista, podría usar todo este dinero del que siempre presume y el magnífico talento del que dispone para hacer algo mejor que 13 Reasons Why. Sí, la serie indudablemente ha tenido aspectos positivos, pero los negativos son más y más relevantes. No le podemos dar un pase.