La película The Normal Heart, basada en la obra de teatro de mismo nombre y mismo guionista, trata las circunstancias que se dieron en Estados Unidos (y particularmente en Nueva York) los primeros años del descubrimiento y extensión del SIDA, cuando aún era llamado “cáncer gay”. La película y la obra de teatro en la que ésta se basa han sido escritas por Larry Kramer, y están íntimamente ligadas a su propia vida y experiencias durante esos años, hasta tal punto que casi podría considerarse una autobiografía. Después de ver ésta película, pocas cosas se me ocurren por decir más que: brutal.

The Normal Heart ha sido dirigida por Ryan Murphy, creador de Nip/Tuck, American Horror Story y Glee entre otros, y conocido en el mundillo por no tener manías a la hora de ser extremadamente explícito. Cuenta además con un reparto lleno de nombres muy conocidos como Julia Roberts, Jim Parsons, Taylor Kitsch, Alfred Molina, Mark Ruffalo como protagonista y Matt Bomer como su interés amoroso. Éste último perdió casi 20 kilos para poder hacer el papel de enfermo de SIDA, y la vulnerabilidad que tan bien transmite a su personaje no ha pasado desapercibida para la crítica, que lo ha aplaudido merecidamente. El film también se ha afianzado unos productores de lujo, entre ellos Brad Pitt.

Se trata de una “película de televisión”, un estilo que se ha puesto de moda y que ha conseguido una categoría propia en los premios cinematográficos más conocidos. Se estrenó hace muy poco, el 25 de mayo, durante un fin de semana de fiesta nacional en Estados Unidos que no permitía aspirar a la gran audiencia que en otra fecha seguro que hubiera obtenido, pero se decidió así para que pudiera optar a todos los premios que se celebrarán en los próximos meses. De hecho, pocos días después de su estreno ya se anunciaba que había sido nominada a varios Critics’ Choice Television Award.

Sinceramente, The Normal Heart puede que sea la película más triste que he visto en mi vida. Claro que he visto muchas películas tristes, pero ésta es tan cruda y real, y fácil de comprender, que no puedo compararla a nada más. No digo esto para desmerecerla, al contrario, la triste realidad que muestra es su fuerza; lo digo como advertencia para todo aquel que quiera verla. Este film no se corta para nada en mostrar los momentos más desoladores en los que pueda verse una persona, y con esto no sólo me refiero al hecho de estar muriendo, sino también al sentimiento de impotencia, al rechazo de la sociedad, al conformismo de tu propia comunidad.  

La cinta ahonda tanto en los sentimientos inherentes a la condición humana que es imposible no sentir nada al verla. Ryan Murphy no ha tenido miedo de llegar al extremo para enseñar lo que él quería enseñar: lo que una vez, no hace tanto tiempo, fue la realidad. Es evidente que se va a hablar mucho de ella en las próximas galas de premios, y puede que logre quitar a Mark Ruffalo la etiqueta de secundario y de Hulk y lo convierta en el nuevo A-list del momento. La pasión y rabia de su personaje es tan tangible que atraviesa la pantalla para empatizar con el espectador, y eso requiere mucho talento.
  
Es una película difícil de ver, probablemente difícil de hacer, y que seguramente ha incomodado a más de un sector. Así que, en definitiva, yo la calificaría de valiente. Recomiendo mucho verla, pero siempre y cuando se sea consciente de lo que se va a ver. Es una película muy, muy especial.



Valoración: 9/10