Esta película también es una de aquellas que, aunque no muy conocida en nuestro país, es un mito en Estados Unidos. Trata la historia real de Christopher McCandless, un joven que, tras terminar la universidad, decide abandonar a su familia sin previo aviso y marcharse en una aventura a pie por todos los Estados Unidos hasta llegar a su destino final: Alaska. Allí decide empezar una vida completamente salvaje en medio de la naturaleza, con los animales y el bosque por única compañía.

El porqué Chris toma esta decisión no es difícil de entender, tenía una visión muy crítica de la sociedad que encontraba el ejemplo perfecto en su familia. Desde el principio queda claro que el dinero era el enemigo en el mundo de Chris. Él entendía que había transformado a su familia y había acabado por destruirla, y eso fue motivación suficiente para decidir empezar una vida en la que el dinero simplemente no existía.

En esta película no sólo hay el trabajo de hacer la película en si, con sus increíbles escenarios y actuaciones que ya son suficientes para calificar el esfuerzo de brillante. Es, además, un ejercicio de pensar. No recomendaría ver este film como en cualquier otra circunstancia recomendaría una película para distraerse u ocupar la tarde, hay que verla con una cierta predisposición y ser consciente de que esta película es especial. He dicho otras veces que el cine, en esencia, es entretenimiento y en eso debería centrarse. Bien, pues esta película no es sólo eso y desde luego va más allá del mero entretenimiento. Su objetivo es el de explicar una historia que tiene impregnada en cada palabra un mensaje muy claro, una enseñanza, y me cuesta tanto equiparar esto a las películas corrientes que en este sentido casi lo consideraría un documental.

Respecto al protagonista, Christopher McCandless o Alexander Supertramp, como haría llamarse durante su viaje, es mucho lo que nos da para reflexionar. Para mí, una cosa queda clara: hay gente demasiado lista para su propio bien. En su forma de hablar, actuar, escribir y leer, vemos que era alguien muy complejo. Descontento con la realidad de los demás, se creó la suya propia y vivió fiel a ella hasta su último momento.

Me ha aliviado ver que no han convertido el mensaje de la película en una oda al inconformismo de Chris. Han sabido mostrar que, por muy realizado que pudiera sentirse al final, se había equivocado. Tenía una opinión acerca de la sociedad que muchos otros comparten, pero que nadie ha llevado nunca al límite como él hizo. Nos quejamos, vemos los innumerables fallos que todo lo que nos rodea tiene y a veces nos frustra tanto que querríamos dejarlo atrás y marcharnos para no volver, pero al final del día esto es una utopía y sabemos que no podemos ni debemos hacerlo. El ser humano no puede estar solo. Christopher comprendió eso al final de su viaje, resumiéndolo en una muy verdadera frase: “La felicidad sólo es real cuando es compartida.”


Valoración: 9/10